He abierto mi baúl de los recuerdos para rescatar a algunos profesores malos con los que me he topado durante mi vida como estudiante. Recuerdo una profesora de inglés, Emilia, que todo lo que tenía de buena persona desgraciadamente lo tenía de despistada y de malhumorada. Recuerdo a otra de mis profesoras que estaba todo el día enfadada y con una actitud muy agresiva hacia nosotros, sus alumnos.
De todo lo malo que recuerdo de ellas, aún así, he sacado cosas positivas: sé lo que no hay que hacer para ser un buen profesor. Es decir, si quiero ser un buen profesor, no puedo estar enfadado con mis alumnos, no puedo pagar con ellos los problemas de casa o del atasco para llegar al trabajo… No puedo improvisar y despreocuparme de una lección. Sí, es verdad que la experiencia te permite lanzarte a la piscina a veces sin necesidad de prepararte una lección, pero otras veces se convierte en una arma de doble filo: puedes caer en la superficialidad, en convertir una clase en un auténtico martirio para tí mismo y para tus estudiantes.
Por ello, y para centrarme en la figura de lo que considero un profesor 10, es necesario cumplir algunos requisitos que yo creo que son fundamentales: buena actitud, empatía, motivación, entusiasmo y sobre todo poseer un gran don, el don de saber escuchar.
Para mí es básico esto último. Saber escuchar es un don que pocas personas tienen y también pocos profesores. Digo esto porque nuestra personalidad y nuestra profesionalidad van ligadas. Es decir, si tu eres una persona que está atenta a quien te rodea, escuchas a tus personas más cercanas seguramente esta cualidad puede ser muy útil para aplicarla en tu vida como profesor.
Un profesor que sabe escuchar es un profesor que puede corregir cuando el alumno se equivoca, que puede comprender por qué el alumno se equivoca y que, en definitiva, no solo tiene los oídos abiertos, también la mente y el corazón.
A todo ello, obviamente, tengo que unirle la profesionalidad, dotes de comunicación, valentía, la formación adecuada y ¿por qué no un poquito de picardía?
estoy de acuerdo con el don de escuchar, y no muchos profesores lo tienen, quizás porque la arrogancia tapa los oídos algunas veces. No estoy tanto de acuerdo con la picardía, a mi de da recelo un profesor pícaro, en esto creo que sea una cosa de gustos personales.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Gabriela! las cualidades de un buen profesor son muy subjetivas...pero me alegra que estés de acuerdo con el don de escuchar. Un abrazo
ResponderEliminarMuy de acuerdo con la picardía. Yo añadiría carisma. Buen post! Enhorabuena, te animo a seguir.
ResponderEliminarMuchas gracias. Entiendo la picardia como un modo de astucia para salir de las dificultades. Un abrazo!
ResponderEliminarBuena descripción del profesor ideal. Saber escuchar, empatía y entusiasmo, a parte de otras cualidades. Y yo me pregunto, ¿existirá? :-) Almenos intentaremos acercarnos a ese ideal. Lo principal es tenerlo claro, ver el camino, que no siempre es fácil.
ResponderEliminarMuchas gracias Susana! Es verdad! Es difícil reunir todos los requisitos pero como tú dices es muy importante intentar acercarse a ese ideal, tener las cosas claras.
ResponderEliminarMe gusta lo de tener los oídos, la mente y el corazón abiertos. Tenemos que ser receptivos en todos los aspectos de la palabra para poder dar lo mejor de nosotros mismos. ¡Buena reflexión Isa!
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